jueves, 17 de junio de 2010


Mírame, tengo los brazos abiertos,
brazos amantes de tus dedos pasajeros,
de los ríos y los mares que transportan los alados secretos
que susurra, en el oído de quien ama, la dulce voz del viento.
En el líquido glorioso de tus venas me disuelvo,
más allá de la piel y el ardor de tus labios perfectos,
para dormir largamente en los 'te quiero' de tu lengua y su eco
y dejar de ser yo para ser en ti la explosión del sentimiento,
porque no hay más certeza que la del peso de tu hueso
en mi carne adoradora varada en tu esqueleto,
ardiendo en la hondura infinita de lo más profundo de tu cuerpo;
así quiero yo quedarme siempre, por dentro de ti, por dentro.

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